No me gusta utilizar la palabra «contractura» como entidad diagnóstica ya que se le han otorgado una serie de ideas erróneas asociadas. Independientemente de la posible falta de movimiento o la baja tolerancia a la demanda impuesta, entre muchos otros factores, cuando una persona cree que tiene una «contractura», su tendencia es a asociarlo a un «nudo o músculo acortado, tenso, rígido que no le permite moverse con libertad y le genera dolor».
Durante muchos años hemos prostituido el término «contractura». Una «palabra comodín» para explicar una serie de características clínicas que muchas veces los propios profesionales no sabemos abordar o entender muy bien. Nos encanta poner etiquetas para aquellos signos y síntomas que se repiten con frecuencia y desconocemos su procedencia. Conseguimos así reducir la incertidumbre y complejidad de la experiencia del dolor a una única causa.
Pero permíteme explicarte que lo que entiendes por «contractura» y la posible causa de tu dolor, no es lo que posiblemente esté ocurriendo en tu organismo cuando dices que tienes dolor. Esto no quiere decir que no crea a las personas cuando me dicen que sufren y perciben dolor cuando les hago presión en algún lugar de su cuerpo. Sin embargo, la explicación que se da hoy día sobre estos «puntos dolorosos», «puntos gatillos», «nudos» o «bandas tensas», es lo que cuestiono y lo que verdaderamente me hace dudar.
Por un lado, existe una gran variabilidad «intra-» e «inter-» evaluador al aplicar la palpación como método diagnóstico. Gracias al trabajo realizado por Davidson MJ. et al en 2019, comprobaron en su muestra de estudio que había profesionales que aplicaban muy poca fuerza en comparación con otras que realizaban hasta x85 de presión [1].
Tendemos a hacer afirmaciones en base a lo que queremos percibir que confirme nuestro sesgo de confirmación. Esto muchas veces pasa por dar explicaciones basadas en un posibilísimo anatómico, lejos de ser plausible biológicamente. Descompensaciones y bloqueos que se explican por cadenas anatómicas causa-efecto.
- «Si quito tensión de aquí y trato allí. ¡Bualá! Ocurre la magia. Todo en orden. Hemos recuperado tu equilibrio homeostático».
Lejos de parecer un chiste y a sabiendas de los efectos reales de la Terapia Manual [2]. Explicaciones como la anterior siguen dándose a día de hoy en multitud de consultas médicas a personas que experimentan dolor.
Lo que no puede suceder es que una misma persona con dolor que visita varios profesionales, obtenga información contradictoria en relación a su diagnóstico en base a lo que han percibido mediante la palpación. Creerán estar ayudando, pero a veces:
Hacer lo que es mejor para el paciente va a requerir de un mayor esfuerzo y trabajo que hacer lo que el paciente cree que es mejor para él.
Esto pasa por mantener conversaciones incómodas, y explicar más a menudo el por qué no se saben las cosas. Las «contracturas musculares» existen, pero tienden a ocurrir en personas con patología neurológica que presentan un músculo patológico en contracción mantenida donde se acumula colágeno en ellos. Lo que solemos llamar comúnmente «contractura» es dolor muscular como consecuencia de una mayor sensibilización o irritación de las terminaciones nerviosas libres. Comúnmente son ocasionadas por una agresión al tejido muscular como consecuencia de una sobrecarga, falta de oxigenación del tejido y movimiento o un dolor referido de otro tejido. Lo cuál es muy común, pero vayamos por partes.
La sensación de rigidez o tensión relacionado con el dolor es una percepción subjetiva dependiente del procesamiento que hace la persona ante una determinada situación
La zona lumbar de las personas con dolor parece ser igual de rígida que las personas sin dolor, pero son más sensibles al tacto [3].
Imagina que presentas dolor de espalda durante un largo día frente al ordenador. Digamos que 2-3 horas aproximadamente en la oficina sin moverte. Nuestro organismo puede liberar ciertas sustancias químicas proinflamatorias que se asocian a la falta de movimiento o a una compresión física mantenida sobre diversas estructuras. Esto lleva a que en tus músculos y articulaciones se produzca la acumulación de sustancias químicas de desechos entre las que se incluye ácido. El ácido acumulado es captado por los receptores químicos que se encuentran distribuidos por todo tu cuerpo. Éstos se van a encargar de transmitir toda esa información de «potencial peligro» hacia tu cerebro para que sea procesada y evaluada. Si concluyes que tus músculos están en peligro (lo que parece lógico) y que por tanto deberías de hacer algo, entonces experimentarás dolor.
No es porque tengas una «contractura» enorme y crónica que necesita de un masaje cada 2-3 semanas, o como puedes leer en esta entrada del blog, tengas una «mala postura». La solución es fácil. ¡Muévete! Sabemos que el movimiento es importante para que nuestro sistema disponga de una buena irrigación sanguínea y recupere su equilibrio homeostático. Se trata de un tratamiento barato que no necesita medicación ni terapias de moda. Otra opción sería añadir carga a los tejidos para que sean capaces de soportan más tiempo sin acumular ácido ante la demanda impuesta. Pero eso es otro tema que también abordaremos en esta entrada del blog.
El cómo procesas la información que ocurre en tu organismo está determinada por tus creencias y experiencias previas influenciadas por otros profesionales; así como de tu círculo social más cercano. Entre muchas otras cosas, tus aprendizajes y conductas exitosas previas adquieren un papel protagonista.
Esto quiere decir que si tu percepción subjetiva es «acortamiento», «rigidez» o «tensión», independientemente del estado real de tus tejidos, la probabilidad de que experimentes dolor es mucho mayor. En otras palabras, tu percepción creíble de amenaza es mucho mayor que tu percepción creíble de seguridad, y por ende requiere de una mayor atención y tomar acción por tu parte.
- Puede que te preguntes. Vale Álvaro, todo esto está muy bien. Pero entonces, ¿Por qué cuándo me dan un masaje me quitan esa sensación de «acortamiento» y «rigidez»?
Tu sistema nervioso es el encargado de procesar tu información y emitir una respuesta de protección en base a ese procesamiento, que llegará a través de los nervios del sistema nervioso periférico a aquella zona donde refieres tener tu sintomatología. Tus creencias y experiencias previas te ayudarán a que todo sea mucho más creíble.
Cuando realizo un masaje no es que esté «descontracturando» o «quitando nudos». Simplemente, con mis manos estoy interactuando con tu sistema nervioso, y por consiguiente estoy modulando tu sensibilidad al dolor. ¿Acaso cuando te das un golpe con la mesita de noche en el dedo meñique de tu pie no lo presionas bien fuerte con tu mano? ¿Acaso no estás modulando tu sistema nervioso y tu percepción del dolor? ¡Ah no, estás «descontracturando» tu dedo meñique!
No es que mis manos y las de cualquier compañero fisioterapeuta sean mágicas. No es que «descontracturemos» nada. Seguramente, tan sólo estemos creando un contexto de seguridad donde tu percepción de amenaza disminuya, y por consiguiente, tu dolor lo haga también.
No me malinterpretes. No estoy diciendo que el masaje sea malo o que se tenga que renegar de él ni mucho menos. Tan sólo estoy considerando que deberíamos de ser consciente de la narrativa que se utiliza cuando se aplica. Y bueno, si estoy argumentando que «daño ≠ dolor», no sería muy congruente tumbarte en la camilla y darte un buen masaje o aplicarte cualquier tipo de terapia manual, si se supone que no hay nada grave en el tejido que deba «ser arreglado». ¿No crees que sería echar piedras sobre nuestro propio tejado? Al fin y al cabo, seguramente tu problema no sean las «contracturas».
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*Comparte con alguien que siga creyendo que su dolor se debe a las «contracturas»
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Referencias:
[1] Davidson MJ, Nielsen PMF, Taberner AJ, Kruger JA. Is it time to rethink using digital palpation for assessment of muscle stiffness? Neurourol Urodyn. 2020 Jan;39(1):279-285.
[2] Geri T, Viceconti A, Minacci M, Testa M, Rossettini G. Manual therapy: Exploiting the role of human touch. Musculoskelet Sci Pract. 2019 Dec;44:102044.
[3] Stanton, T.R., Moseley, G.L., Wong, A.Y.L. et al. Feeling stiffness in the back: a protective perceptual inference in chronic back pain. Sci Rep 7, 9681 (2017).