Mercedes Díaz

Mi historia con el dolor comienza hace 1 año aproximadamente con una fractura de tobillo. Tras recibir una baja laboral, me encontré con algo peor que un tobillo roto: “una depresión profunda”, ansiedad y estrés generalizado. Empecé a sentir dolor dorsal que a día de hoy sigo trabajando.

Me traté la depresión con medicación y la ayuda de la psicóloga. Es encontrones cuando comienza mi largo camino para saber por qué me dolía tanto la espalda. ¿Cómo era posible que una depresión fuera acompañada de tanto dolor?

Como cualquier persona que tiene dolor acudí al traumatólogo. Es aquí donde tiene lugar mi peregrinaje terapéutico: radiografías, resonancias y multitud de diagnósticos. La fisioterapia no resultaba tener efecto para mi dolor. Todo ello se acompañaba de comentarios tipo:

— No tienes nada Mercedes. Algo de artrosis, pero normal para tu edad.
— Tienes bajo tono muscular después de pasar meses con el pie roto.

Empecé a hacer ejercicio. Puse todo de mi parte para que ese dolor desapareciera, pero el dolor seguía conmigo todo el día. Hasta que investigando conocí a Alvaro Pinteño y mi visión del dolor cambio por completo. Me abrió un mundo de posibilidades que no conocía y que sigo investigando, pues soy una persona muy curiosa.

A día de hoy solo puedo decir MIL GRACIAS Álvaro, sin ti no podría hacer una vida como tenía antes. Ahora voy a yoga y entreno fuerza 3v/sem, salgo a caminar rápido, soy capaz de estar sentada en el trabajo 8 horas (que era mi gran problema) sin dolor.

Tú me enseñaste que el movimiento es la solución. Mi próximo objetivo es: hacer un viaje sin acordarme que tuve dolor persistente.

Gracias Álvaro por dedicarte a ayudar a la gente.